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Saturday, November 26, 2011

Contradicciones del poeta

A finales de mayo de este año se llevaron a cabo en Cracovia las celebraciones por el centenario del natalicio del poeta Czeslaw Milosz (1911-2004). Iglesias, recintos universitarios, la biblioteca local y diversos establecimientos unieron sus esfuerzos para efectuar eventos recordatorios y de paso obtener beneficios mercantiles a costa de la figura del poeta. Bolígrafos, tarjetas postales, agendas, T-shirts y hasta servilletas conmemorativas se vendieron por las calles de la ciudad en lo que llegó a parecer la evocación de una difunta estrella del rock. Muy pocas veces un poeta es el centro de semejante atención.
Tanto en su vida como en su obra, Milosz fue controvertido y controversial. Nacido en Seretenai, una aldea rural de Lituania que en ese momento pertenecía al Imperio Ruso, fue criado en un catolicismo de corte polaco, vivió de joven la experiencia de la Promera Guerra Mundial y la posterior guerra entre Polonia y Lituania, países de errática conexión historica, que en 1921 le costó a Lituania la qinta parte de su territorio, incluyendo la provincia de Milosz, el poeta estudió leyes en la universidad Stefan Batory de Vilnius. Comenzó a escribir poesía en 1930 y sus dos primeros libros le ganaron una beca en París. Escribió en polaco y tras pasar la Segunda Guerra Mundial en las afueras de Varsovia, bajo el “Gobierno General” de la Alemania nazi y sin participar en el levantamiento de Varsovia, en 1945 se convirtió en agregado cultural de la República Popular de Polonia en París. En 1951 pidió y le fue concedido, asilo político en Francia, donde en 1953 le fue conferido el Prix Littéraire Européen. En 1960 emigró a los Estados Unidos y desde 1961 comenzó a enseñar lenguas y literaturas eslavas en la universidad de Berkeley, recibiendo varias distinciones académicas. Se hizo ciudadano americano en 1970 y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1980, siendo un desconocido en su Lituania natal y su Polonia adoptiva. Después de 1989 comenzó a viajar a Polonia y finalmente compró una casa en Cracovia en donde murió en 2004. Fue enterrado en la iglesia Na Skalce, lugar reservado para polacos “famosos y respetados” lo cual causó gran conmoción y un sinnúmero de protestas, ya que Milosz nunca renunció a sus raíces lituanas y se consideraba multiétnico.
Pero la poesía, de alguna manera, ha encontrado la forma de triunfar una vez más. El oficio de poeta se ha hecho por lo general entre muros de silencio. La poesía también se lee mejor con sigilo. Los poetas no son populares y a veces la fama les llega por caminos inesperados. Bob Dylan fue primero estrella de rock (aunque ese no era el género musical que cultivaba) antes de que sus letras se reconocieran como los extraordinarios poemas que son. Lezama Lima era un poeta oscuro e impenetrable, para lectura de muy pocos, cuando de repente devino novelista y pornógrafo inocente, lo cual abrió las puertas, con la ayuda del censor, a que su poesía alcanzara resonancias mas amplias, convirtiéndose en uno de los poetas cubanos más comentados y menos leídos. Los poetas, en estado puro, si tienen suerte, tienden a morir en París con aguacero. En Estados Unidos, el movimiento del slamming, popularizó una poesía rimada pedestre que degeneró en la médula del rap, pero los poetas se volvieron a quedar con poco público. Lecturas en parques, bibliotecas públicas y pequeños cafés son sus mejores escenarios, pero cuidado, que un poeta puede asesinar su obra con una mala lectura.
En cambio, el hombre que en El pensamiento cautivo escribió que los disidentes no son aquellos de pensamiento mas fuerte sino los de estómago más débil, y cuya obra en los últimos años se enfiló hacia divagaciones profundamente religiosas, ha encontrado una popularidad que nunca imaginó y que tampoco podrá conocer. Este año se han realizado, además de la celebración de Cracovia, agasajos y recordatorios en Varsovia, Vilnius, Moscú, San Petesburgo y Bucarest, lugares en los cuales estuvo prohibido por más de cuarenta años, asi como en Paris, Roma, Madrid y Londres, en los cuales su obra tuvo su primera difusión. A finales del pasado octubre se realizaron actos conmemorativos en el Claremont McKenna College, con la participación de sus traductores al inglés y de prestigiosos críticos y editores polacos y en el patio de su casa en las colinas de Berkeley varios poetas y amigos llevaron a cabo lecturas de poemas.
Hace muchos años que el capitalismo conoce que la mejor manera de absorber y desvirtuar al enemigo es conviertiéndolo en mercancia, de ahi la gran cantidad de T-shirts con la imagen de Mandela y del Ché. En el caso de Milosz no creo que ese sea el objetivo ni que por la comercialización de su imagen, esta resulte alterada. La poesía queda ahi, inamovible, abierta a la intimidad del lector. Si acaso, ganará quince o veinte lectores más tanto en los lugares en los que se le conocía como en los que estuvo prohibido por tanto tiempo. Eso será otro triunfo de la poesia y de la obra de este poeta.

Roberto Madrigal

Saturday, November 19, 2011

El género que visita

El genio cinematográfico de Pedro Almodóvar radica principalmente en visitar un género bien popular y trillado para, jugando con sus propios elementos, descodificarlo y reconstruir sus fundamentos para encontrar un significado que probablemente nunca tuvo, pero que con el cambio se expresa de manera novedosa.
Los críticos siempre buscan claves y comparaciones para interpretar sus filmes, sobre todo la nueva cosecha de criticos que siempre buscan un mensaje o un significado concluyente detrás de cada una de las secuencias de una película para poder considerarla importante. Es el síndrome moderno del significativismo. Por lo general, Almodóvar casi siempre ríe último.
Tras una década en la cual produjo películas en las cuales muy poco de su garra podía entreverse (me refiero a Los abrazos rotos, Volver y La mala educación), con las que su cine se convirtió en meloso, mensajerista, militante y autocomplaciente, con su obra mas reciente La piel que habito, el director español parece haber recuperado su forma y su identidad fílmica.
A primera vista parece tratar sobre un médico obsesionado con producir un revolucionario avance científico (una piel sintética de calidad superior a la piel natural), que conduce sus experimentos con frialdad cruel,  sometiendo a una prisionera a cualquier extremo de sufrimiento en pos del resultado final, con la ayuda de una fiel sirvienta, en una aislada mansión toledana, el año que viene. La trama se va transformando en un thriller aparentemente elemental con ambiguas referencias al Frankenstein de James Whale, que a veces amenaza con volverse en la historia de una obsesión amorosa para luego resultar que... Seguir narrando la intriga sería una traición y un flaco favor a quien no ha visto el filme. Esto es un bildungfilme, si es que ese concepto existe en forma aplicable al cine, que se disfruta mas mientras menos se sepa  y se mire sin prejuicios.
Almodóvar lo envuelve en un estilo que hace obvios guiños a Orson Welles en El ciudadano (con la construcción de la mansión en que trabaja el doctor Robert Ledgard, el personaje principal que interpreta impecablemente Antonio Banderas) y a Fritz Lang, sobre todo a House by the River, pero también a M y a Mabuse. Dentro de la trama establece claves, como la afición de la “prisionera” en recrear trabajos de Louise Bourgeois cuyos temas se centralizan en las relaciones entre padre e hija, en la sexualidad como vulnerabilidad y en el cuerpo como entidad en construcción pernenne, que sirven para iluminar, de forma oscura los acontecimientos que se suceden.
Este filme en el cual el victimario fue víctima y la víctima victimario, en donde nadie es ya lo que fue y las transformaciones y disfraces de los personajes transforman a su vez los elementos de la trama sin trampas, con todas las cartas sobre la mesa, no es una fábula del león yaciendo junto al cordero, aquí todos son leones y corderos a la vez, criaturas bicéfalas y bisexuales, identidades en perpetuo movimiento que escapan a las valoraciones éticas convencionales. No es un thriller, ni una obra sobre el “científico loco”, ni sobre el amor obsesivo, es todo eso y nada de eso a la vez. Finalmente, es un filme sobre identidad sexual, que es el tema que siempre ha preocupado mas a Almodóvar.
Sin esquivar la presencia de la tecnología y de la modernidad en la trama, el autor ha logrado crear una sensación de atemporalidad, de cine viejo mezclado con cine de vanguardia, que toca con humor, como una sonrisa macabra, diversos temas muy contemporáneos, dejándolos abiertos a la interpretación del espectador.
Retratada impecablemente por José Luis Alcaine, que da unas tonalidades que no hacen sino resaltar la magnífica composición de cada cuadro diseñado por Antxon Gómez, La piel que habito se basa en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet (Francia 1954-2009). No he leido la novela y no puedo decir cuánto difiere el tratamiento de su material del que hacen Almodóvar y su equipo. Existe también una película de tema similar, de Georges Franju, titulada Eyes Without a Face (Francia 1960), que está basada en una novela de Jean Redon, que no he visto, aunque me han dicho que es muy inferior y mas convencional, pero que estoy seguro que el cinéfilo Almodóvar vio y obviamente mejoró a su estilo. Las actuaciones son todas excelentes, Banderas, Elena Anaya y Jan Cornet encajan perfectamente en sus personajes, sin desdeñar la relativamente breve pero eficiente actuación de Marisa Paredes. Este es Almodóvar de nuevo en plena posesión de todas sus habilidades, creando al recrear. Demostrando por qué se ha convertido en uno de los cineastas mas influyentes de nuestros tiempos.

La piel que habito (España 2011). Dirección: Pedro Almodóvar. Guión: Pedro y Agustín Almodóvar, basado en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet. Fotografía: José Luis Alcaine. Con: Antonio Banderas, Elena Anaya, Jan Cornet, Marisa Paredes, Blanca Sánchez, Roberto Alamo y Eduard Fernández.

Roberto Madrigal

Saturday, November 12, 2011

Bailando con el enemigo

Hace algunos años que acostumbro a detenerme antes los estantes de la librería para echarle un vistazo al número mas reciente de Cigar Aficionado. Nunca he fumado, pero la ojeo y la hojeo porque me he dado cuenta de que parece funcionar, en parte, como una agencia de publicidad del gobierno cubano (supongo que independiente). Uno puede enterarse de qué celebridades andan fumando tabacos por la isla y haciendo de payasos (que no tontos) útiles. Ocasionales compañeros de humo del castrismo que luego de unas buenas fumadas, un baño de tercer mundo y algunas otras cosas mas que prefiero imaginar y no señalar, regresan a sus cómodos nidos consumistas. A veces sueltan alguno que otro dato de interés y si se lee entre líneas se pueden ver los intereses ocultos del gobierno en cuanto a la proyección internacional de su imagen.  Después de la repasada, la devuelvo a los estantes.
Fundada en 1992, la publicación siempre ha declarado abiertamente su oposición al embargo. Su argumento principal, por supuesto, es la dificultad que le presenta al entusiasta fumador estadounidense de comprar y consumir los habanos. No se puede esperar que una revista cuyo mayor objetivo es la publicidad y de paso el turismo, sea crítica de ningún tema que toca, mas allá de la calidad del producto al cual se dedica, pero en su número de diciembre de 2011, sus editores se han extremado y han dedicado el número casi completo, con amplio despliegue fotográfico, a La Habana (y un poco a Pinar del Río). Esta vez la compré por primera vez.
El editor ejecutivo Gordon Mott y el Senior Editor David Savona han compilado una bastante exhaustiva lista de hoteles, restaurantes, tabaquerías, tiendas y fincas tabaqueras, cafés y clubes nocturnos que conforman una interesante guía turística de La Habana.
Los mitos y los estereotipos son difíciles de eliminar. El editorial comienza con una arenga contra el bloqueo el cual, no faltaba mas, impide ver de cerca la belleza del pueblo cubano, víctima de la cruel política imperial. Lo que molesta no es lo que defiende, sino el tono militante en que lo hace. Después vienen los artículos, supuestamente fruto de dos visitas recientes de los editores, en los cuales se hace hincapié en los cambios que el raulismo está trayendo a la isla y sus repercusiones en la industria turística. Recalcan que es una oportunidad que no se puede desaprovechar e instan a sus lectores a visitar la isla cuanto antes.
Pero Mott y Savona no son tan tontos como pudieran parecer. Cuando uno empieza a leer con un poco mas de detenimiento se da cuenta de que no todo anda tan bien. Si bien destacan la Habana Vieja de Eusebio Leal y analizan varios hoteles, restaurantes y paladares con gran entusiasmo, alertan a sus lectores de que los hoteles de”la categoría cubana de cinco estrellas no se ajusta a la idea de un hotel de cinco estrellas que tienen los extranjeros”, para luego pasar la mano y expresar que “en los últimos años el gobierno cubano ha estado trantando de alcanzar un mayor nivel de excelencia”, pero es obvio que aun no lo tienen.  Luego insisten en que al viajar a La Habana “el viajero experimentado debe bajar sus expectativas”. Traducción: paga por servicios que no vas a recibir. En la sección de los restaurantes, tras alabar la nueva iniciativa del gobierno de permitir “una variedad de negocios privados, incluyendo a los restaurantes, que ahora pueden contratar y despedir empleados y expandirse” repiten que el viajero debe bajar sus expectativas, que la comida es simple hasta en los mejores restaurantes y que las listas de vinos son “pedestres y predecibles”. A juzgar por los anuncios, esta publicación se dirige a lectores de gusto sofisticado y de bolsillos amplios, el tipo de capitalista que Lenin describía como capaz, con tal de lucrar, de producir y vender la soga para su propio ahorcamiento. Pasarle gato por liebre es dificil y entre menciones a cuartos de hotel de hasta 450 dólares la noche y botellas de vino de hasta 1600 CUC, les hacen saber que la mayoría de las cosas no son asi. Mott y Savona quieren mantener satisfechos a sus suscriptores.
En la sección de clubes y cabarés, expresan que “cuando usted vea un lujoso BMW rodando por las calles de La Habana, con frecuencia pertenece a uno de los mejores músicos del país, un lujo del que no dispone el trabajador de a pie, pero que es un símbolo de cuán alto los valora el gobierno” (las negritas son mías, lo alevoso de la declaración ni requiere comentarios). De Tropicana insisten que aunque hay que pagar 100 CUC por entrada y comida por persona, es un “verdadero espectáculo de música y baile que  es como subir a la torre Eiffel o al último piso del Empire State, es algo que todo el que visita a La Habana debe hacer al menos una vez”.
Luego se adentran en su especialidad, los tabacos. Como ya dije, nunca he fumado, por lo cual no tengo nada que decir respecto a sus análisis de los distintos productos, pero lo que sí es obvio es que tratan de presentar a la industria tabacalera y sus “hacendados” como Hirochi Robaina, como una empresa independiente en la cual la mano del gobierno no se ve.
Desconozco las prebendas que le puedan haber ofrecido a Mott y a Savona por este panfleto publicitario, pero esta desmesurada danza de celebración del raulismo no pudo haber sido hecha gratuitamente.

Cigar Aficionado, diciembre de 2011. “The Insider’s Guide: Havana”. Artículos de Gordon Mott y David Savona. Fotografías de Angus McRitchie y José Goitía.

Roberto Madrigal

Saturday, November 5, 2011

Entre el autor y la obra

En su obra mas reciente (Encounter, Harper Collins 2010), publicada en Francia por Gallimard en 2009 bajo el título de Une Rencontre, Milan Kundera (Praga 1929), enfrenta sus demonios internos mas actuales y responde oblicuamente a las acusaciones de colaboracionista e informante que se le hicieron públicas en el año 2008. Lo hace, por supuesto, con la elegancia y la dignidad que le ofrece la literatura.
El libro recoge una colección de ensayos y textos breves  sobre autores que han sufrido la persecución tanto política como académica o institucional. Entre ellos se cuentan Céline, Dostoievski, Anatole France y Malaparte. También aborda el tema del exilio mediante autores como Vera Linhartova, Oscar Milosz y Josef Svorecky. Se ocupa también de las contradiciones entre el arte y la política en autores como Schoenberg y Brecht.
Con una prosa precisa, con brevedad pero sin levedad, Kundera se mueve fácilmente, de manera casi epigramática entre temas como las listas negras impuestas por modas, gobiernos y snobs; el exilio político como liberación individual del artista; la identidad del escritor exilado y la elección del lenguaje y el idioma en que mejor se puede expresar, tema que toca muy de cerca a Kundera, quien desde hace muchos años escribe en francés. Luego llega a meditar sobre la ceguera crítica que impone la ideologización de la literatura y cómo ésta termina afectando la visión que se tiene tanto de un autor como de su obra.
Comentar mas sobre este libro es dificil, leerlo es a la vez desafío y placer. Kundera sabe que el escritor puede que se deba explicar a si mismo, pero nunca debe explicar ni justificar su obra. Quien desee puede encontrar muchas respuestas a esa perenne interrogante, muy común entre los intelectuales cubanos, de la relación entre la ideología del autor y el valor de su obra. Esta es una temática que comprendo pero que no comparto. Sé que puede resultar fascinante analizar la psicología de un escritor o de un artista tanto a través de la relectura de su obra, como de su contextualización histórica o la revelación de ciertos datos personales. Todo eso está muy bien hasta que lo encontrado en el autor como persona o personaje, se trate de transferir inmediatamente a su obra.
Una novela, por ejemplo, una vez escrita, resulta independiente de su autor. La novela puede ser analizada, releida y transformada por críticos y lectores sin que nada de esto tenga que ver con las expresiones ideológicas o políticas de un autor antes o después de escribirla.
El Quijote es más importante que Cervantes, la obra de Borges perdurará mucho mas allá que cualquiera de sus opiniones políticas, la calidad de los textos de Carpentier y de Cabrera Infante no debe ser juzgada en base a sus respectivas posiciones políticas. Hay escritores buenos que son fascistas, comunistas o apolíticos. La obra sí que no puede responder a su circunstancia política. Una novela puede ser lastrada por la intromisión excesiva de la política, la politiquería no tiene lugar en una novela histórica. La novela siempre le pasa la cuenta a su autor si este la quiere utilizar como obra de tesis o como vehículo de una limitada visión política.
Yo no sé lo que constituye una buena novela (o cuento, o poema) hasta que la leo. Lo que sí estoy seguro que deseo evitar es la solemnidad, la rimbombancia, la falta de humor y la pretenciosidad. A la larga, autor y obra andan cada uno por su cuenta, entre ellos dos, me quedo con la obra, con las frases, con los personajes.

Roberto Madrigal