Total Pageviews

Thursday, September 26, 2013

La quijada de asno


 
Tras la publicación de Sobre los pasos del cronista, premio UNEAC de ensayo en el 2009 y de Buscando a Caín, editado por las Ediciones ICAIC en 2012, Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco continúan su carrera de exhumadores de cadáveres culturales, de los muertos literariamente asesinados por el castrismo, con su obra Hablar de Guillermo Rosales, dedicada a la breve vida y obra del narrador cubano.

Este texto, según las fechas que se mencionan en el mismo, viene elaborándose al menos desde el año 2008, casi en forma paralela al desarrollo de los otros libros anteriormente mencionados. La edición de este libro presenta un nuevo giro en el andar de estos rescates culturales, aunque concebido y escrito en La Habana, el libro es publicado por la editorial miamense Silueta, a cargo del escritor exilado Rodolfo Martínez Sotomayor. No sé qué sucedió entre la publicación de sus libros anteriores y la manufacturación de este proyecto que motivó a los autores a buscar una edición estadounidense. Después de todo, hasta donde tengo noticia, Velazco es el jefe de redacción de la revista Unión y supongo, aunque no se ha dicho, que esta decisión tuvo que ser consultada con el alto mando de la cultura cubana, principalmente con Miguel Barnet y Abel Prieto.

Los textos sobre Cabrera Infante, por su condición de haber sido publicados en Cuba con el objetivo de reivindicar al menos una parte de la historia de la controversial figura del gran escritor cubano, provocaron una reacción visceral en muchos escritores exilados. Personalmente escribí al respecto, sobre el segundo libro, en este blog bajo el título de Un texto imprescindible, una omisión imperdonable, publicado el 26 de junio de este año, que Sobre los pasos del cronista reunía “una gran cantidad de información que hasta ese momento se encontraba dispersa o inédita…en su conjunto arroja mucha información sobre las guerras culturales que se llevaron a cabo en la década del cincuenta y hasta mediados de la década del sesenta”. Pero le señale una omisión imperdonable, que “Al libro lo recorre el hecho de que Caín y Cabrera Infante fueron una ausencia criminal en la cultura cubana de este medio siglo, pero nadie se atreve a decir con precisión a que se debió. No hay mención ni consideración sobre la política cultural del gobierno ni sobre lo orgánico que esta censura resultaba al proyecto”. Como el libro fue publicado en Cuba, supuse que eso era parte de lo pactado para autorizar su publicación.

El pequeño libro sobre Rosales, por el contrario, viene precedido de una caravana de artículos elogiosos de escritores de calidad, generación y visión ideológica tan variada como son Uva de Aragón, Daniel Fernández, Reina María Rodríguez y Matías Montes Huidobro. Este último lo califica de “hipnótico y fascinante” y aunque siento el mayor respeto por la figura literaria y la persona de Montes Huidobro, con quien tuve la suerte de compartir mesa en la feria del libro de Miami durante el lanzamiento de mi novela y de una obra suya, me parece que en este caso su entusiasmo, en el artículo que publicó en Cubaencuentro,  peca, por lo menos, de propagandístico y de tener un gran conflicto de interés, ya que él fue quien escribió el texto de la contraportada.

Es hasta cierto punto lógico exaltarse con la publicación de una obra sobre alguien que, como llaman Mirabal y Velazco en su libro, pertenece a “un canon alternativo de la literatura cubana”. A la larga, más allá de los propósitos y despropósitos de sus autores los libros se convierten en entidades independientes cuyo alcance sus creadores no controlan. Pero una vez que terminé de leer este libro, no comparto el entusiasmo de los arriba citados.

El libro, en su conjunto, es bastante mediocre y está lleno de defectos. A pesar de la brevedad de la vida y de la obra de su sujeto, de quien se ha escrito relativamente bastante, no aportan casi nada nuevo.

Desde el punto de vista biográfico es obvio que poco saben de Rosales. El libro se concentra mayormente en su etapa en la revista Mella, ese órgano de la extrema militancia y del talibanismo cubano de la década de los sesenta. Un periódico que fue un azote de la juventud “diferente” y que se dedicaba a vender a los jóvenes los nuevos valores revolucionarios. Pero inclusive aquí no hay una buena indagación. Toman su nota de presentación, que rezaba “solo cuenta con 16 años. Llegó un día a MELLA, sin más presentación que un interés desbordado por el periodismo”. El problema es que a Mella no se llegaba así como así y es muy probable que haya entrado a esa revista gracias a la relación entre Isidro Rosales, su padre, y Carlos Quintela, entonces director de la publicación, quienes fueron antiguos militantes del partido y la juventud socialista antes de 1959. Tampoco indaga, una vez que salió de Mella, cómo se hizo posible su deambular y qué razones lo desaparecieron del mapa, hasta de la cartografía de sus amigos. Los datos que ofrecen son superficiales y conocidos para todos aquellos que tienen una idea de quien fue Guillermo Rosales y que no iluminan mucho a quienes no lo conocieron. Tampoco entran a analizar las cuestiones políticas que lo llevaron al exilio y en la página 51 dicen que “se fue de repente”, según los autores, su problema en Cuba parece ser de índole personal.

Sospechosamente, como hizo Velazco en un artículo que publicó para la revista que dirige sobre Esteban Luis Cárdenas, otro escritor marginado y reprimido, las presiones sociales, se acentúan en el exilio. Hacen hincapié en el ninguneo y en el rechazo que la sociedad cubana de Miami le hizo a Rosales. Lo cual es verdad hasta cierto punto, pero hay que destacar que mientras en Cuba solamente publicaba algunos cuentos en semanarios y tras presentar su novela Sábado de Gloria, Domingo de Resurrección (publicada tras su muerte bajo el título de El juego de la viola), se le concedía una recomendación para que su obra fuera publicada, lo que nunca sucedió, en el exilio ganó el premio Letras de Oro con su novela Boarding Home, que luego ha sido traducida al inglés, al francés y al hebreo, y que sobre su obra se ha escrito bastante, entre ello trabajos de Ivette Leiva, Ernesto Hernández Busto y una tesis doctoral de Isabel Ibarra y Rickley Marques, para citar solo algunos. Rosales era un escritor y un hombre difícil. Autodestructivo y contradictorio. Un hombre ajeno al protagonismo y dedicado a su obra, perteneciente a esa cada vez más escasa raza de escritores que no hacen concesiones. Molesto en cualquier contexto, pero no cabe duda de que las consecuencias de esa molestia se pagan más caro en Cuba que en ninguna otra parte y esto lo escamotean los autores.

El análisis literario, bastante exhaustivo, que hacen de sus obras sí es interesante, pero adolece del defecto de que no contextualiza su estilo, tanto periodístico como narrativo, con el de los otros jóvenes de su generación. Esto se evidencia como necesario a medida que uno avanza en el texto. Establecen su originalidad sin decir con respecto a qué. Dentro de ese análisis de su obra me parece que también traen por los pelos su comparación con One Flew Over the Cuckoo’s Nest, de Ken Kesey, aunque mencionan que “ha sido señalado por la crítica el parentesco”, sin citar a nadie en concreto.

Yo me fui de Cuba en 1980 y Rosales marchó antes. Hasta ese momento, nunca se encontró disponible en Cuba una versión española de la obra de Kesey y la película de Forman no se exhibió porque éste se había exilado. Si Rosales, cuyo inglés me consta era deficiente, se encontró con ese libro, fue ya en el exilio, más allá de su etapa de formación, y la película pudo haberla visto en un VHS gastado. Dudo mucho que hubiera tenido un contacto serio con esa obra. Sin embargo, los autores desconocen la influencia que sobre la generación de Rosales tuvo una película que se exhibió en la cinemateca, titulada Marat/Sade (1967) del director Peter Brook, que se convirtió en objeto de culto y llevó a muchos a la lectura casi clandestina de la obra teatral de Peter Weiss titulada La persecución y  asesinato de Jean Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade, que condujo a casi toda mi generación (y la de Rosales, que es casi la misma) a leer hasta el cansancio al Marqués de Sade, con cuya obra sí tiene muchos puntos en contacto Boarding Home.

Lo peor del libro son las entrevistas. Principalmente porque se limitan a entrevistar a figuras que han representado o representan la oficialidad cubana (Víctor Casaus, Félix Guerra, Eliseo Altunaga, Silvio Rodríguez) y el único que parece salirse del molde es Norberto Fuentes, porque vive aquí, pero cuya relación con Rosales se limita a la época de la militancia de ambos. No entrevista a nadie que haya conocido a Rosales durante su exilio, y hay muchos, como Manolito Casanova, Nicolás Lara, Orlando Alomá, Juan Abreu, José Abreu, Jesús Barquet y muchos otros, que se encuentran vivos y localizables. No sé si tuvieron que pedir permiso a las autoridades de allá para realizar las entrevistas, pero la visión es muy incompleta. Para colmo, dan la impresión de que Rosales era un esquizofrénico, de lo cual no estoy seguro, ya que por toda la evidencia que el propio libro presenta y de lo que conocí de resonancias de su personalidad, debe haber sido maníaco-depresivo, una enfermedad muy ligada a la creatividad. Permitirle a Norberto Fuentes, sin cuestionarlo, la fanfarronería de diagnosticar a Rosales como esquizofrénico porque tenía “alucinaciones”, característica de muchas psicosis y no definitoria de la esquizofrenia, peca de superficialidad y le hace un flaco favor a la imagen de Rosales.

El libro también ostenta falta de profesionalidad en el texto en cuanto a que apenas hay referencias y desde el punto de vista editorial no hay un índice ni una presentación. No se identifica con fichas, aunque sean mínimas, a los entrevistados, y aunque es cierto que todo el mundo conoce a Silvio, muy poca gente tiene idea de quiénes son Félix Guerra (oscuro personaje), Eliseo Altunaga e incluso Norberto Fuentes.

Esta obra descuidada y parcializada puede llegar a convertirse en el arma de Caín para asesinar al sujeto del trabajo o a los autores del libro. El tiempo dirá. De momento, parece que los próximos candidatos a la exhumación son Esteban Luis Cárdenas y Carlos Victoria.


Roberto Madrigal

12 comments:

  1. Qué bien, mi amigo. Pero, por hache o por be, tengo ganas de leer el libro :-) También me gustaría mucho, pero muchísimo, leer Boarding home completo. ¿Sabes cómo conseguirlo? Sólo leí un fragmento que se publicó en Encuentro hace muchos años y me quedé fascinada. En cuanto a la ficha de los entrevistados, tienes toda la razón. Si el libro se usa como texto de referencia en un curso universitario, no creo que los estudiantes sepan siquiera quién es SIlvio Rodríguez, ni, por supuesto, ninguno de los demás. Yo mismo no había oído hablar nunca de Felix Guerra ni de Altunaga. Cariños desde Taos...

    ReplyDelete
    Replies
    1. La edición española aun se puede conseguir por internet: http://www.laie.es/libro/la-casa-de-los-naufragos/95288/978-84-7844-704-6. Muy bien el artículo. El libro es mediocre, indefinido. A mitad de caballo entre la reseña literaria, la biografía y la investigación. Al final, no llega a ser ninguna de las tres cosas.

      Delete
  2. This comment has been removed by the author.

    ReplyDelete
  3. El único fin grotesco de todos estos "desentierros" es cebarse con los cadáveres de autores exiliados que ya no pueden defenderse. Nótese que todos son fallecidos. El mismo Reinaldo Arenas fue objeto de semejante trato mediante una novelita que publicaron allá. Es una clara maniobra para traslucir "tolerancia" y poder decir que "reconocen" a autores que abandonaron el país huyendo de ellos. La gran vergüenza es que esta vez algunos les hacen el caldo gordo de este lado.

    ReplyDelete
  4. Yo no dudo de las "maniobras" que se realizan en la otra orilla pero creo que hay una tarea que hacer: no dejar que sean ellos los unicos que escriban sobre el tema. En el internet se puede escribir , sin costo alguno, una semblanza verdadera de estos escritores exilados en los que el castrismo se cebo. Las batallas intelectuales se ganan en el mismo terreno. Esta valoracion Roberto, -tu articulo- es un valioso primer paso pero a alguien se le pudiera recomendar , por ejemplo, que haga una tesis doctoral sobre estos "escritores malditos".

    ReplyDelete
  5. "Una tesis doctoral" desde aqui en el exilio? Hay que ser optimista para creer que estos "intelectuales verticales" de esta orilla dejen de hacer politica y hagan algo de importancia.El verdadero creador no esta pendiente de salir en primera pagina de cuanta polemica exista.Ya leyeron la entrevista de Loret de Mola a Carlos Alberto Montaner en DDCuba? Seguro que no.Diran tambien que Montaner apoya las maniobras de los Castro? O me van a decir que Montaner esta equivocado? Por favor,entiendan de una vez lo que es real:que los problemas de Cuba los van a resolver los que estan en Cuba,no los que analizan todo desde el aire acondicionado del Versalles.
    Capriles vino a Miami a ver a los venezolanos,dijo que Venezuela no es Cuba y ya lo cruxificaron.Dijo que cuando termine el chavismo quiere que regresen los venezolanos a su pais.Que quiso decir? Que la situacion de Venezuela la resuelven los que estan alla,no los venezolanos desde el Doral.
    Exijamos que los artistas de aqui puedan ir a Cuba libremente,que el "intercambio" no sea de un solo sentido,pero dejemos que vengan de Cuba todos los que quieran.La libertad esta en que puedo escoger a quien quiero creer yo. Por que todos los que vengan van a hacer segurosos? No hay nada mas parecido a la censura de la dictadura que estas cosas que escriben estos valientes "patriotas cubanos" desde esta orilla.

    ReplyDelete
    Replies
    1. No acostumbro a debatir pero te sugiero que vuelvas a leer lo que escribi. No veo que de malo tiene hacer una tesis doctoral que implique una verdadera y completa semblanza de esos escritores "recuperados" -con doble intencion o no- desde Cuba. Creo que tienes demasiados prejuicios y piensas , como repiten machaconamente en Cuba, que TODO el exilio esta en el Versalles. Hay mucha gente inteligente fuera de Cuba, bastantes tambien entre los que llegan, que pueden aportar algo que ,(en eso estamos de acuerdo) escasea EN TODAS PARTES seriedad....

      Delete
    2. Caballero,ahora si estamos en sintonia.Desgraciadamente todo lo relacionado con Cuba nos lleva sin quererlo a la politica.No es que tenga prejuicios,pero a veces tanta intolerancia lleva a errores.Y estoy de acuerdo en que hay mucha gente valiosa tanto adentro como afuera que tenemos que defender y no acusar sin pruebas.Cuando exista la verdadera union entre cubanos y no seamos como este Sr. que dice en su articulo:"..supongo, aunque no se ha dicho, que esta decisión tuvo que ser consultada con el alto mando de la cultura cubana, principalmente con Miguel Barnet y Abel Prieto." y en otra parte que:..."es muy probable que haya entrado a esa revista gracias a la relación entre Isidro Rosales, su padre, y Carlos Quintela, entonces director de la publicación, " estaremos siempre ayudando a los Castro con la intriga,sin pruebas.Un "supongo" o un "es muy probable" no indica seriedad en una critica.
      Ademas,la pelicula de Forman si se paso en Cuba.Personalmente la vi en el Payret con el titulo de "Atrapado sin salida" en una copia en colores de no muy buena calidad.Preguntele a cualquier cubano de aquella epoca (finales de los 70) como gracias a esa pelicula y a "Shining" Jack Nicholson nos parecia el mejor en papeles de enajenado mental.
      Y le contesto no porque desee un debate infinito ni quiera obligar a nadie a pensar como yo,sino porque cuando me avisan de trabajos que destilan envidia como los de este Madrigal,es que comprendo cuanto daño ha hecho el castrismo hasta en el propio exilio.

      Delete
    3. La pelicula de Forman no se puso hasta despues de 1980. Se que hace mucho tiempo de eso y la memoria confunde. The Shining es de 1980. Fue despues del Mariel que hubo una breve y relativa apertura.

      Delete
  6. Como reza el refran de Sakuntala la Mala: "No hay peor libro que el que no se hace". No conoci a Rosales y su literatura no me interesa, porque va por vericuetos que no me atraen. Triste, desgarrado, desolado, sin esperanza, "de esa cuerda tengo en mi casa un rollo, como dicen los venezolanos" y prefiero dedicar ese tiempo de leerlo a sembrar mangos. Pero lo he leido, por cubano y por cultura. Tambien he leido el librito de Mirabal y Velazco, y me resulto facil de leer, aunque bien incompleto, pues no refleja casi nada de su tiempo en el exilio. Tambien hay que entender que no es facil entrevistar a los de aqui cuando se vive alla. Segun me contaron ellos, cuando preparaban el libro de Cain, su viuda Miriam Gomez se nego a ser entrevistada para "un libro de alla". Independientemente de la manipulacion que pueda haber deras de ese libro y otros similares que hay y habra (y aqui hay lugar para otro refran de Sakuntala: "Quien que es no esta manipulado?"), creo positivo que se mencione a los que se fueron, a los escritores del exilio que hasta hace poco no existiamos. "Mas vale que hablen mal a que no hablen" y ya ese refran no es mio, pero como si lo fuera.

    ReplyDelete
  7. Madrigal:
    Es mejor mantener la boca cerrada y parecer tonto que abrirla y no dejar lugar a dudas.

    ReplyDelete